Utilizamos cookies propias y de terceros para realizar el análisis de la navegación de los usuarios y mejorar nuestros servicios. Si continúa navegando consideramos que acepta el uso de cookies. OK Más información
Conózcanos

Boletin
Tecnología Agroalimentaria. Boletín informativo del SERIDA Nº 29
Tecnología Agroalimentaria. Boletín informativo del SERIDA Nº 28
Tecnología Agroalimentaria. Boletín informativo del SERIDA Nº 27
Ver más>>
Libros
El avellano en Asturias: diversidad genética local y guía para su cultivo y recuperación
El cultivo del arándano en el norte de España
Selección clonal de cultivares de vid del Principado de Asturias
Orientaciones para el cultivo de la faba
Ver más>>
Mediateca
Equino de la Montaña Asturiana
SERIDA desde el aire
Plantación de variedades tradicionales de castaño
Ver más>>
Memorias I+D
Memoria de actividades del SERIDA 2022
Memoria de actividades del SERIDA 2021
Memoria de actividades de I+D+i del SERIDA 2020
Ver más>>

Publicaciones SERIDA



Control de malas hierbas en el cultivo de faba granja

ELENA PÉREZ VEGA. Área Cultivos Hortofrutícolas y Forestales. Programa de Genética Vegetal. epvega@serida.org
GUILLERMO GARCÍA GONZÁLEZ DE LENA. Área de Experimentación y Demostración Agroforestal. ggarcia@serida.org
JUAN JOSÉ FERREIRA FERNÁNDEZ. Área Cultivos Hortofrutícolas y Forestales. Programa de Genética Vegetal. jjferreira@serida.org

El control de malas hierbas en el cultivo de la faba granja tiene un efecto directo sobre la sanidad, la producción y, por tanto, sobre el rendimiento final del cultivo. En este trabajo se resumen diferentes alternativas para un adecuado control de malezas, aunque debe ser el productor quien opte por unas u otras en función de los recursos disponibles y de las características de su parcela.

El problema de las malas hierbas

Una de las principales limitaciones que tiene el cultivo de la judía tipo faba granja es la proliferación de malezas o malas hierbas, considerando como tales aquellas plantas que se desarrollan en un cultivo y que no deseamos que aparezcan en él. Las malas hierbas están presentes, en mayor o menor medida, en todas las etapas del cultivo (siembra, desarrollo inicial, floración, cuajado y maduración) aunque son especialmente perjudiciales en las fases iniciales del mismo (Figura 1). Un mal control de las malezas en esta etapa inicial puede provocar una considerable disminución del rendimiento o incluso la pérdida total de la cosecha. La presencia de malas hierbas, especialmente en la propia línea de cultivo, tiene un efecto directo sobre su desarrollo ya que:

1. Afectan al desarrollo y a la producción de la judía (kg/m2), al competir por la disponibilidad de luz, agua, nutrientes y espacio.

2. Favorecen la propagación de plagas y enfermedades al contribuir a generar microambientes apropiados para el desarrollo de los patógenos; incluso algunas malas hierbas puede ser hospedadoras de patógenos de judía, contribuyendo de este modo a la trasmisión de enfermedades. El papel de las malas hierbas como reservorio de patógenos de judía está siendo estudiado por el Programa de Patología Vegetal del SERIDA. En el artículo de Ana J. González, responsable de dicho Programa, “Las malas hierbas contribuyen a la supervivencia de algunas bacterias fitopatógenas”, publicado en el Nº 10 de Tecnología Agroalimentaria del SERIDA, pueden consultarse los primeros resultados de estos estudios.

3. Dificultan el manejo del cultivo, especialmente en tareas como la aplicación de tratamientos fitosanitarios o la recolección. En consecuencia, la mayor o menor presencia de malas hierbas tiene un efecto directo sobre el rendimiento del cultivo de faba (€/ha) bien por su efecto sobre la producción o por los gastos que supone su control.

Fotografía 1. Cultivo de faba granja en su fase inicial gravemente afectado por malas hierbas. © SERIDA 2012

Fotografía 1. Cultivo de faba granja en su fase inicial gravemente afectado por malas hierbas. © SERIDA 2012

Un adecuado control de las malezas comienza con el conocimiento de las especies predominantes en la parcela. A lo largo de los últimos años, se ha constatado una importante variación en las especies presentes en los cultivos locales. El predominio de una u otra especie depende de las características del suelo, de la climatología y de la etapa del cultivo. Son muy comunes en Asturias especies como el cenizo (Solanum nigrum L.), la pescalina (Poligonum persicaria L.), la correhuela (Convolvulus arvensis L.), la grama (Cynodon dactylon L.) o diferentes gramíneas (Figura 1). Cada especie tiene un tipo de reproducción distinto que debe tenerse en consideración para que su control sea eficaz. Así, en el caso de especies que principalmente se reproducen por semilla (como el estramonio o el cenizo) se debería evitar que las malezas produzcan semilla en la parcela, mientras que en el caso de especies que se reproducen vegetativamente, por estolones o bulbos (como la grama o el boliche), se tendría que evitar el troceado de la planta (roturado).

Figura 1. Principales tipos de malas hierbas identificados en el cultivo de faba granja asturiana. Debajo de cada foto se indica el nombre científico y, entre paréntesis, el nombre vulgar generalmente usado. © SERIDA 2012

Figura 1. Principales tipos de malas hierbas identificados en el cultivo de faba granja asturiana. Debajo de cada foto se indica el nombre científico y, entre paréntesis, el nombre vulgar generalmente usado. © SERIDA 2012

Métodos de control

Para controlar las malezas se pueden aplicar varios métodos o estrategias que ayudan a minimizar o limitar el desarrollo de malas hierbas dentro del cultivo. Todas tienen ventajas e inconvenientes. Según cada caso particular, y teniendo en cuenta aspectos como el tipo de maleza predominante, los niveles de incidencia, la maquinaria disponible, la superficie, el estado de crecimiento del cultivo o el tipo de producción (convencional o ecológica, monocultivo o cultivo asociado), será recomendable aplicar unos u otros métodos o la combinación de varios para maximizar la eficacia del control.

Prácticas de cultivo

Algunos aspectos relacionados con el manejo del suelo o del cultivo pueden contribuir, de manera preventiva, a reducir el nivel de incidencia de malezas en una parcela.

  • Rotaciones de cultivo. Entre los beneficios que ofrece la práctica de las rotaciones de cultivo (reduce la incidencia de plagas y enfermedades y evita las pérdidas de rendimiento por la “fatiga” del suelo) también está el evitar la expansión de plantas no deseadas, que se aprovechan de los huecos repetitivos que deja el cultivo de faba. Aunque la rotación idónea para la faba es de cinco años (no volver a sembrar en la misma parcela hasta pasado ese tiempo), es aconsejable practicar una rotación de dos o tres años, como mínimo. Durante ese tiempo, para el control de malezas se puede recurrir a cultivos que cubran bien el suelo (como las coles) o a la instalación de una pradera artificial (alfalfa o raigrás); especialmente, si predominan especies de reproducción vegetativa como la juncia o la correhuela.

  • Mantener el suelo cubierto en invierno. Incluso en el caso (el más habitual y menos aconsejable) de cultivar repetidamente la faba en la misma parcela durante varios años, el terreno no debe permanecer desnudo tras su cosecha. Una buena opción es la de incluir, durante el periodo de invierno (noviembre-marzo), un cultivo para enterrarlo posteriormente como abono verde. Se recomienda utilizar nabos o mezclas de un cereal (cebada, avena, ...) con una leguminosa (veza, haba, ...).

  • Laboreo. Si el terreno no está preparado para la siembra debemos dejar nacer las semillas de las hierbas silvestres y efectuar a continuación labores progresivas y espaciadas. Hay que reducir todo lo posible estas operaciones cuando aparezcan malezas que fácilmente se propagan vegetativamente por estolones, bulbos o raíces. En estos casos debe evitarse el uso de la fresadora.

  • Control botánico o cubierta vegetal. Busca limitar el desarrollo de malezas mediante la implantación de cultivos de cobertura cuya agresividad, en algunos casos, puede controlar el crecimiento de las malas hierbas. La competencia por la luz, los nutrientes y el agua que se origina al implantar determinados cultivos (por ejemplo, determinados tréboles), así como la presencia en el suelo de determinadas sustancias excretadas por las raíces de algunas plantas, puede limitar el crecimiento de algunas especies de malas hierbas.

  • Otras prácticas de cultivo. Existen otras operaciones que ayudan a controlar la presencia de malezas en los cultivos, como son: la retirada y/o control de las malas hierbas antes de que produzcan semilla; limitar la incorporación de estiércol, que pueda ser portador de semillas de malas hierbas; la “falsa siembra” (empleada en agricultura ecológica); el transplante, que concede al cultivo cierta ventaja sobre las malas hierbas; el acolchado, del que se hablará en un apartado específico más adelante en virtud del interés que ofrece; o la bio-fumigación.

  •  

A pesar de las medidas de carácter preventivo expuestas anteriormente, cuando se cultivan variedades de enrame (con grandes pasillos entre líneas) en las condiciones de Asturias, con un clima húmedo y suelos frecuentemente ricos en materia orgánica, resultará inevitable realizar una o varias pasadas de escarda o eliminar las malas hierbas. Para estas operaciones de control existen varias alternativas.

Control mecánico o escarda mecánica

Se basa en eliminar las malezas arrancándolas o enterrándolas, bien manualmente o con ayuda de maquinaria (cultivadores, fresadora o motoazada, etc.). Se recomienda que estas escardas (también conocidas como 'sallar') se realicen en días sin lluvias, para evitar que las malas hierbas arrancadas tengan posibilidades de rebrotar. Generalmente, es necesario realizar varias escardas a lo largo del cultivo para un adecuado control de las malezas. Este método resulta especialmente eficaz para el control de malezas entre las calles y puede aplicarse, incluso, cuando la mala hierba ha alcanzado el estado adulto. Sin embargo, requiere una considerable inversión en tiempo, principalmente si se realiza un control manual de las malezas presentes dentro de la calle de cultivo.

Control químico o escarda química

Consiste en aplicar productos químicos (herbicidas) que impiden la germinación o destruyen selectivamente las malezas. Para realizar esta clase de aplicaciones es necesario conocer el tipo de mala hierba que vamos a combatir (monocotiledóneas/dicotiledóneas), la forma de actuación (contacto o tras-locación), tipo de herbicida que estamos utilizando (esencialmente si se trata de herbicidas de presiembra, de pre-emergencia o de post-emergencia) y la presentación del formulado del producto.

Este método de control resulta eficaz si la elección de la materia activa es la adecuada, la aplicación se realiza en el momento oportuno (atendiendo sobre todo al estado de desarrollo de las malas hierbas) y se utilizan equipos bien calibrados y en buen estado de funcionamiento. En el mercado existen muchas clases de herbicidas que se pueden clasificar en:

(a) Según la forma en la que actúan:

  • Herbicidas de contacto (controlan lo que tocan). Sólo afectan a las zonas de la planta sobre las que cae, por lo que a la hora de efectuar el tratamiento es importante que el producto moje adecuadamente las malas hierbas que se quieren eliminar.

  • Herbicidas sistémicos o de tras-locación. Se absorben por la planta (a través de la raíz o las hojas) y desde allí el producto se desplaza a todos los órganos de la planta a través de la savia. Estos productos resultan efectivos aunque la pulverización no haya alcanzado toda la planta.

(b) Según la especificidad o rango de especies que controlan:

  • Herbicidas totales, aquéllos que eliminan todo tipo de plantas.

  • Herbicidas selectivos, los que respetando el cultivo indicado, destruyen uno o varios tipos de malas hierbas.

(c) Según el tipo de malas hierbas que eliminan:

  • Herbicidas contra malas hierbas de hoja ancha (o dicotiledóneas).

  • Herbicidas contra malas hierbas de hoja estrecha (o monocotiledóneas, gramíneas).

 (d) Según la época de aplicación se pueden clasificarse en:

  • Herbicidas de presiembra: cuando la aplicación se realiza antes de la siembra. Normalmente requieren su incorporación al suelo.

  • Herbicidas de preemergencia: si el tratamiento se realiza después de la siembra y antes de que el cultivo haya comenzado a germinar.

  • Herbicidas de post-emergencia: cuando la aplicación del tratamiento se realiza después de nacer el cultivo y hasta un determinado estado fenológico que vendrá indicado por el fabricante.

En la tabla 1 se muestran los distintos tipos de herbicidas que se pueden utilizar en el cultivo de judía grano (teniendo en cuenta el Registro de Productos Fitosanitarios del Ministerio de Agricultura, a fecha 10 de febrero de 2012), indicando la época de aplicación y el tipo de mala hierba que controlan. En este punto, hay que recordar que es muy importante respetar las indicaciones y las normas de aplicación en lo referente a la dosis del producto y su manejo, recomendadas por el fabricante.

Tabla 1. Herbicidas admitidos en el cultivo de judía grano. Se indica la época de aplicación, la materia activa y el tipo de malas hierbas sobre las que actúa. En el formulado, se muestra el tipo de presentación: EC: concentrado emulsionable, SC: suspensión concentrada, SG: gránulos solubles, SL: concentrado soluble y WP: Polvo mojable.

Tabla 1. Herbicidas admitidos en el cultivo de judía grano. Se indica la época de aplicación, la materia activa y el tipo de malas hierbas sobre las que actúa. En el formulado, se muestra el tipo de presentación: EC: concentrado emulsionable, SC: suspensión concentrada, SG: gránulos solubles, SL: concentrado soluble y WP: Polvo mojable.

IMPORTANTE: El catálogo de productos autorizados está sometido a frecuentes revisiones, por lo que se recomienda, antes de elegir un producto, consultar el listado actualizado en la web del MARM: (http://www.marm.es/es/agricultura/temas/medios-de-produccion/productos-fitosanitarios/fitos.asp).

Control por acolchado

Este método consiste en cubrir el suelo con plástico opaco para impedir la nascencia de las malas hierbas (Fotografía 2). Su eficacia en el control de malas hierbas es total. La combinación del acolchado en las calles y del control químico o mecánico dentro de la calle resultó el método más eficaz para el control de malezas en los ensayos del SERIDA. Esta técnica proporciona, además, una serie de ventajas: incrementa la temperatura del suelo, lo que favorece la germinación, el desarrollo de la raíz y una mayor precocidad de la cosecha; ayuda a conservar la humedad del suelo (mejora la eficiencia del uso de agua y los fertilizantes, al reducir consumo) y mejora su estructura (Fotografía 3).

Fotografía 2. Control de las malas hierbas, dentro de las calles, con acolchado de polietileno negro. Colocación del plástico en la línea de cultivo con la máquina acolchadora antes de la siembra. © SERIDA 2012

Fotografía 2. Control de las malas hierbas, dentro de las calles, con acolchado de polietileno negro. Colocación del plástico en la línea de cultivo con la máquina acolchadora antes de la siembra. © SERIDA 2012
Fotografía 3. Acolchado con plástico negro en la línea de cultivo de la variedad ‘Xana’ con hábito de crecimiento determinado.© SERIDA 2012
Fotografía 3. Acolchado con plástico negro en la línea de cultivo de la variedad ‘Xana’ con hábito de crecimiento determinado.© SERIDA 2012
 

Sin embargo, el control mediante el acolchado presenta los siguiente inconvenientes:

1. El coste del propio material de acolchado y de la colocación y retirada completa del plástico tras la cosecha. Aunque existe la posibilidad de mecanizar ambas operaciones o de utilizar materiales alternativos biodegradables que pueden enterrarse en el suelo.

2. La adaptación a la siembra directa. Esto es, realizar la siembra directa a la vez que se acolcha la línea de cultivo. Aunque se pueda adaptar la maquinaria disponible en el mercado, la cubierta de plástico puede afectar a la emergencia de la planta en forma de quemaduras o resistencia mecánica.

Los materiales empleados para el acolchado son los siguientes:

  • Polietileno negro de baja densidad. Es el más extendido en la actualidad por su menor coste. Se emplea habitualmente plástico de 60 galgas de espesor (15 micras), cuyo coste puede estimarse en unos 150 €/ha. El principal problema de este material en su retirada y vertido, que presenta serias dificultades con láminas de ese espesor. Para la retirada del plástico de forma mecánica, será necesario emplear materiales de, al menos, 100 galgas de espesor (25 µ).

  • Plásticos biodegradables. Son materiales susceptibles de ser degradados por los microorganismos, originando agua, CO2 y, eventualmente, residuos no tóxicos para el medio ambiente, por lo que no es necesario retirarlos al finalizar el cultivo. Tienen la ventaja de poder utilizar, para su colocación, la misma maquinaria que los plásticos normales, ya que aunque presentan propiedades mecánicas inferiores a las del polietileno, éstas son suficientemente adecuadas para el acolchado mecánico.Los plásticos biodegradables pueden tener un origen diverso, natural (vegetal o microbiano) o sintético (a partir de materiales renovables o de origen petroquímico). El más empleado es el fabricado a partir de Mater-Bi®, un bioplástico de origen vegetal totalmente biodegradable y compostable, obtenido a partir de materias primas renovables como aceites vegetales, almidones, etc. Se emplean filmes de 15 µ (60 galgas) de espesor, que se degradarán en seis u ocho meses. El principal problema de este material es su elevado coste; entre tres y cuatro veces superior al del polietileno.

  • Plásticos oxo-degradables. Se obtienen a partir de polietileno de baja densidad al que se añaden ciertos aditivos (sales metálicas) que aceleran el proceso de degradación (fragmentación) natural, que en función de las condiciones de luz y calor, puede ser de 18 a 24 meses. El comportamiento agronómico de estos plásticos es muy irregular, en lo que se refiere a su degradación. La parte expuesta del plástico puede llegar a degradarse, incluso muy rápidamente, en condiciones de buena insolación en el ciclo del cultivo de la faba, sin embargo, la parte enterrada no se degrada si no se saca a la superficie.

  • Papel. Se trata de un material totalmente biodegradable y con un coste intermedio entre el polietileno y los plásticos biodegradables. Su colocación con las acolchadoras convencionales presenta serias dificultades (se necesita maquinaria especial para su adecuada colocación) y se rompe con cierta facilidad, especialmente en condiciones de humedad, como es el caso de la Cornisa Cantábrica. Una vez roto, el viento puede mover el papel provocando daños al cultivo.

Ficha Bibliográfica
TítuloControl de malas hierbas en el cultivo de faba granja
Autor/esELENA PÉREZ VEGA. Área Cultivos Hortofrutícolas y Forestales. Programa de Genética Vegetal. epvega@serida.org
GUILLERMO GARCÍA GONZÁLEZ DE LENA. Área de Experimentación y Demostración Agroforestal. ggarcia@serida.org
JUAN JOSÉ FERREIRA FERNÁNDEZ. Área Cultivos Hortofrutícolas y Forestales. Programa de Genética Vegetal. jjferreira@serida.org
Año Publicación2012
Área

Cultivos Hortofrutícolas y Forestales.
Programa de Genética Vegetal.
Experimentación y Demostración Agroforestal.

Revista/Serie
Referencia
Formato
Depósito Legal
ISSN
ISBN
Ver/Descargar

Buscar
Administración
Portal de la Transparencia
Protección de datos
Perfil del Contratante
Período Medio de Pago
Convocatorias y Plazas
Legislación
Comunicación
Hemeroteca
Serida en los medios
Imagen Corporativa
Enlaces de Interés
Biblioteca
Catálogo Red SIDRA
Catálogo Red de Bibliotecas del Principado de Asturias
RIA, Repositorio Institucional de Asturias
Publicaciones del SERIDA
Boletín de sumarios
WOS (Web Of Science)
Préstamo Interbibliotecario
Contacta
Investigación
Sistemas de Producción Animal
Nutrición, Pastos y Forrajes
Sanidad Animal
Genética y Reproducción Animal
Programa de Genética Vegetal
Programa de Patologia Vegetal
Programa Forestal
Programa Fruticultura
Tecnología de los Alimentos
Desarrollo
Experimentación y Demostración Ganadera
Experimentación y Demostración Agroforestal
Selección y Reproducción
Transferencia y Formación